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sábado, 24 de agosto de 2013

La investigación en educación y la calidad educativa

La sociedad actual se caracteriza por el asombroso avance de la ciencia y la tecnología. En poco tiempo hemos pasado de la máquina de escribir al uso masivo de la computadora, que no solamente implica gozar de múltiples beneficios en la escritura, sino que nos facilita formar parte de diversas redes sociales que implican una interacción dinámica asociada a formas de pensamiento totalmente divergente y a una actitud proactiva y emocionalmente inteligente. En este contexto, la competitividad implica el manejo de una diversidad de competencias nuevas que exigen a la educación, una reforma cualitativa urgente. 

Los y las ciudadanas del Siglo XXI, deben ser personas con un alto nivel de pensamiento complejo-sistémico-emocional que les permita enfrentar con dinamismo e idoneidad la incertidumbre y la innovación del entorno. Es necesario que la escuela se convierta en el espacio en el cual se aprenda a aprender y a reconocer que es necesario que los modelos educativos cambien, que los y las docentes reflexionemos sobre nuestra práctica pedagógica para identificar nuestras debilidades, porque solamente conociéndolas podremos transformarlas. Freire (2004), opina que “La reflexión crítica sobre la práctica se torna una exigencia de la relación Teoría/Práctica sin la cual la teoría puede convertirse en palabrería y la práctica en activismo” . La reflexión es el primer paso para lograr la transformación de una situación dada. Es decir que la reflexión sobre y en la educación, es el primer paso para lograr mejorar su calidad. Entendiendo por calidad educativa al “nivel óptimo de formación que deben alcanzar las personas para enfrentar los retos del desarrollo humano, ejercer su ciudadanía y continuar aprendiendo durante toda la vida” (Ley General de Educación Nº 28044).

 Históricamente, la educación peruana ha pasado por muchas reformas, sin embargo y no obstante las buenas intenciones de quienes lo han propuesto, éstas no han tenido el impacto deseado en la calidad educativa y menos en la calidad de vida. Se ha “educado“para la repetición, el conformismo, la indiferencia y la exclusión, pero no para la innovación ni para la rebeldía frente al continuismo ni para la inclusiòn. Aún ahora, en una etapa en la que se dice que educamos por competencias, hablamos y damos prioridad a la enseñanza de los contenidos, dejando de lado la formación del SER. Seguimos dando pautas de actuación para continuar formando en nuestro estilo de ver y hacer en el mundo, pero no para la libertad que implica crear una nueva forma de ver y hacer en el mundo. Seguimos “guiando” hacia el memorismo y acumulación de información, sin darnos cuenta que lo que necesitan realmente los ciudadanos y las ciudadanas actuales es desarrollar su pensamiento crítico y creativo que les permita darse cuenta de sus fortalezas y debilidades personales y comunitarias. 

Al respecto, Kemmis & Mctaggart (1998) expresan que: 
 Si queremos entender cómo podemos mejorar el valor educativo de nuestra enseñanza, debemos saber varias cosas: Debemos comprender claramente qué es lo que estamos haciendo ahora; debemos ser capaces de describir aquello que estamos haciendo, debemos comprender de algún modo la manera en que nuestras descripciones de aquello que hacemos están moldeadas por la teoría (por teorías que recogen aspectos particulares de aquello que hacemos y los resaltan como las cosas más importantes para ser descritas), y debemos saber cómo nucs1tro trabajo se ve moldeado y justificado por teorías educativas particulares. (p.38). 

Los procesos educativos, al ser multidimensionales, precisan de un análisis multicausal. Partiendo de la consideración que el paradigma que se impone en los problemas educativos posee un enfoque interdisciplinario, dada su complejidad, es necesario hacer un estudio, también multidimensional, que permita relacionar todos los factores asociados a sus causas y a sus efectos. La integración de equipos de investigadores de diferentes disciplinas podrá permitir el logro de objetivos de mayor alcance y en un plazo más breve. Al mismo tiempo, permitirá una profundización en el conocimiento teórico de la realidad social, dado el carácter interrelacionado de los fenómenos que a través de ella se expresan. Un mismo fenómeno educativo puede ser producto de una compleja red de relaciones sociales, en las cuales la Antropología, la psicología, la sociología, la pedagogía, la axiología, la cibernética, etc. permiten perfilar de acuerdo a sus propios objetos de estudio. 

 La investigación educativa es el proceso dirigido a la obtención de conocimientos mediante la aplicación de la metodología científica aplicada al estudio multidisciplinario de los problemas educativos con el fin de describirlos, explicarlos y predecirlos con vistas a su transformación. (Bermúdez & Rodríguez, 2008).

Referencias Bibliográficas


Bermúdez, R. &  Rodríguez, M. (2008).   Una aproximación más a la epistemología, lógica y metodología de la investigación educacional. La Habana: Revista Pedagogía Universitaria Vol. XIII No. 3 2008 1. Recuperado de http://revistas.mes.edu.cu/greenstone/collect/repo/import/repo/20081002/1609480808301.pdf
Freire (2004). Pedagogía de la Autonomía. Sao Paulo: Paz e Terra SA
Kemmis &  Mctaggart (1988). Cómo planificar la investigación-acción, Barcelona: Laertes.
LEY GENERAL DE EDUCACIÓN Nº  28044  (2003). Lima: MINEDU

Hermila Amoroto
Docente de la facultad de Educación - Universidad César vallejo
 

domingo, 17 de febrero de 2013

La investigación en los estudios de postgrado

La investigación como proceso orientado a la construcción de conocimiento es uno de los espacios más completos para que los y las estudiantes de postgrado desarrollen las competencias necesarias para reflexionar sobre su práctica y decidan mejorarla. La sociedad actual, cada vez más compleja y cambiante, se presenta ante nosotros como una posibilidad o como una amenaza. Como una posibilidad porque nos exige cada vez más, insertarnos en ese mundo maravilloso del “conocer”, en el cual leer un libro se constituye en un dialogo múltiple, que se establece no solamente entre el autor y el lector, sino que ese libro se convierte en una puerta que conduce a otras vistas, otros entornos, otros mundos, físicos o virtuales que van configurando o reconfigurando nuestros propios constructos mentales. El cambio y la complejidad, se convierte en amenaza cuando sentimos que altera nuestra “aparente calma”, el “equilibrio” que es consecuencia del conformismo o del miedo a darnos cuenta que nos vamos quedando estancados con respecto al conocimiento actual. Hablar de “hacer investigación” implica reflexionar sobre nuestras más profundas concepciones, aquellas que se han construido a través de toda nuestra vida. Significa, realizar un proceso de evaluación metacognitiva que nos ubique en el aquí y en el ahora, indicándonos cuanto de nuestro “hacer” es pertinente y cuanto de nuestro “ser” se ha quedado en el olvido. Es poner en tela de juico nuestras propias concepciones, nuestras percepciones, nuestros sentimientos y emociones. Hacer investigación, implica analizar el nivel de flexibilidad de es nuestra mente. Darnos cuenta que nuestro maravilloso cerebro está esperando para iniciar esa carrera que le permita comenzar a crear y a creer que el cambio es posible. Como dice Morín (1999), en su libro los 7 saberes necesarios para la educación del futuro: “Debemos comprender que hay condiciones bioantropológicas (las aptitudes del cerebro <-> mente humano), condiciones socioculturales (la cultura abierta que permite los diálogos e intercambios de ideas) y condiciones noológicas (las teorías abiertas) que permiten «verdaderos» interrogantes, esto es, interrogantes fundamentales sobre el mundo, sobre el hombre y sobre el conocimiento mismo, que necesariamente deben ser resueltos a través de la investigación. Es ineludible que los profesionales que trabajamos con seres humanos, comencemos a entender que cada una de esas personas, hombres y mujeres, de todas las edades, de todas las condiciones, es decir en su diversidad, son seres multidimensionales, con una personalidad compleja, no complicada, que necesitan desarrollar su humana comprensión y su identidad planetaria. Los varios años que vengo compartiendo la experiencia retadora de hacer docencia en cursos de investigación, me ha permitido conocer a diferentes profesionales, sobre todo a profesores y profesoras de diferente nivel educativo, muchos de los cuales han comprendido a plenitud el significado de la expresión de Paulo Freire con respecto a que “no hay docencia sin discencia” y se han involucrado con alegría en esa dura tarea de investigar. Estoy segura que ellos y ellas revertirán lo aprendido en la mejora de la calidad de la educación en cada una de las instituciones en las que se desenvuelvan y sobre todo en sus propias interacciones sociales. Porque han reflexionado que los hombres y las mujeres somos mucho más que simples receptores, que solamente esperamos “aprender” a llenar un formato, sino que los maestros las maestras del Perú, somos seres inteligentes que creemos en la posibilidad de transformar nuestro entorno, transformándonos nosotros mismos.

Hermila Amoroto
Docente de la Escuela de Postgrado de la UCV